El redondo e iluminado satélite se asoma por entre los altos edificios de la gran ciudad. El instinto incontrolable, gobierna por completo a esos hombres que tienen algo de lobo dentro. Recorren las calles buscando, olfateando a su presa, a su próxima víctima. De tanto en tanto se detienen, para llorar su hambre en un aullido a la luna llena.
Gracias por alumbrarnos esa madrugada del 27 de Febrero.
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